viernes, 25 de mayo de 2012

La verdadera fuerza interior


Los antiguos iniciados eran sutiles y profundos,
flexibles en los detalles y globales en su visión.
Difícilmente podían ser comprendidos.
Por ello, solo puede describirse su apariencia.
Prudentes, como quien cruza un río en invierno,
cautos, como quien está atento a cuanto le rodea,
respetuosos como invitados agradecidos,
fluidos como el hielo a punto de fundirse,
auténticos como un tronco sin tallar,
llanos y accesibles como un amplio valle,
impenetrables como las aguas profundas.
¿Qué otras personas podrían pasar
voluntariamente de la oscuridad a la claridad?
¿Quién, si no, podría permanecer en calma
mientras las aguas tranquilas cobran vida?
El que abraza la verdadera fuerza interior
no anhela la plenitud final,
y, por ello, continuamente renueva su esencia:
se mantiene cual germen oculto,
que no se apresura por alcanzar una prematura madurez.
Tao Te Ching al alcance de todos. Alfonso Colodrón

El estudiante quiere aprobar los exámenes, acabar el bachillerato o la universidad. Pocos disfrutan aprendiendo y pocos pueden servirse de lo aprendido. El arquitecto desea ver acabada la casa, el montañero alcanzar la cima, el cazador cobrar la pieza, el político acabar la campaña electoral y el elegido, terminar su mandato y ser reelegido. El buscador espiritual pretende la perfección, quiere iluminaras, alcanzar la realización. Los iniciados en el secreto profundo de vivir en armo ojos maduran día a día. No desean caer al suelo como la breva madura. Viven conforme a su vocación y su destino. El potencial definitivo siempre se puede desarrollar hasta el momento de la gran Caída: la muerte. Un cerezo siempre puede producir unos kilos más de cerezas, hasta quedar seco o ser hendido por un rayo.

Vivir el presente es el verdadero motor de la fuerza interior. Vivir el presente con conciencia significa estar atento a cada instante, no perder energía en el pasado, definitivamente muerto, y en el futuro imposible de controlar. La ansiedad y el estrés son simples desfases entre el ahora, el antes y el después. Quien vive en el ahora está guardando su energía para el día de mañana. El ahora es luminoso. Solo la mente tiende su manto de tinieblas sobre futuros temidos y tiempos pasados llenos de nostalgia, resentimiento o culpabilidad.
Cuando el oleaje de la vida, el embate de las preocupaciones y problemas acosan nuestro arrecife, basta con sentarse calmadamente a respirar, como un gran árbol firmemente enraizado. Su tronco no se inmuta ante el vendaval. Como la inmensa montaña que contempla el paso de los siglos y de las eras apenas erosionadas por el viento, el sol, la lluvia, la nieve o el granizo.
Prudencia, respeto y agradecimiento; fluidez y autenticidad; simplicidad y profundidad. Grandes virtudes escasas en la vida publica y en la privada, en el ámbito del trabajo y en la convivencia familiar. Son sencillas virtudes que cambiarían el panorama político, las relaciones internacionales, la convivencia entre pueblos y países, vecinos y extraños, familiares y amigos.
Visión global y acción local ha sido el lema de gran parte del movimiento de la ecología profunda, de aquellas personas que no actúan enredadas con los problemas de su propio hormiguero, pero que tampoco se quedan paralizadas por la magnitud de los desafíos planetarios. La antigu filosofía taoísta ya aunaba una amplitud cósmica de miras con la impecabilidad en los pequeños detalles del vivir cotidiano.
Pero el pilar básico de la fuerza interior es morar en el presente: el poder del ahora.

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