viernes, 25 de mayo de 2012

Fuerza interior y leyes morales


Fuerza interior
 
 
Cuando se pierde la sabiduría interior,
aparece como una jaula la moralidad.
Cuando reina la astucia por doquier,
se expande como un pulpo la doble moral.
Cuando surge la discordia en la familia,
todo se vuelven obligaciones familiares.
Cuando se xpande la confusión en un país,
crecen como hongos los patriotismos temerosos.
Tao Te Chin al alcance de todos. Alfonso Colodrón.
 
 
No podemos convivir sin una cierta moral, es decir, sin una ética personal y social. Pero no es lo mismo moral que moralidad o moralismo. Este se alimenta de prejuicios, creencias, críticas a los demás y, sobre todo, de inmovilismo conservador. Que nada se mueva, para no peligrar. Las jaulas proliferan en todas las sociedades con miedo a vivir, al cambio y al intercambio, a la igualdad y al progreso de la vida. Velos de iglesia y burkas son signos visibles de las jaulas en que un género encierra a otro. Las jaulas más comunes se alimentan de tradiciones inmutables, del miedo al qué dirán de las posiciones fijas del "siempre ha sido así". Moralina, moralismo, moralidad no son sino formas de vivir el miedo a la libertad. Asumir la plena libertad y sus consecuencias es sabiduría. La sabiduría interior de aceptar el destino propio del ser humano: la exploración del libre albedrío.


Libre albedrío no es seguir los propios deseos de forma individualista y al margen de la libertad de los que nos rodean. Es ejercer la libertad de hacer lo que sabemos que es mejor para uno, para los que nos rodean y para el mundo en genral. Es la libertad que no produce karma. El karma no es un castigo divino, sino simples consecuencias perjudiciales de las acciones que tomamos y de las acciones que llevamos a cabo cuando unas y otras no son impecables.
Hoy día, la astucia prolifera para evadir impuestos, buscar una nueva trampa para sortear una nueva ley, pagar menos a los asalariados, prometer en política lo que no se va a cumplir, aumentar las audiencias de los medios de comunicación explotando sentimientos primarios, acumular armas y atacar países con pretextos y mentiras... Sin embargo, pocos se sienten culpables o se responsabilizan de lo que hacen. Será eso la doble moral, el doble rasero, cuando, a continuación, se critica a los demás si lo hacen?
Ronald Laing, el célebre psiquiatra del pasado siglo, demostró a lo largo de su practica profesional, y lo expuso claramente en sus ensayos, que gran parte de los trastornos de personalidad tenían su origen en la familia, La familia cargada de tradiciones, obligaciones y tabúes era tóxica. Sigue siéndolo en gran medida. a veces, las discordias familiares se atenúan con algo de distancia física y temporal. La estrecha convivencia familiar, con normas irracionales t una gran carga subconsciente de la cultura heredada de padres, abuelos y bisabuelos, degenera a veces en violencia. Y la violencia es muchas veces silencio hostil, carga emocional no expresada, gestos bruscoa, desconsideración y ausencia de amor y cariño. Vacío frío. Soledad e incomunicación. También podría darse la vuelta a la frase: cuando todo son obligaciones familiares, y no cariño auténtico, surge la discordia, los enfrentamientos, las rupturas entre padres e hijos, entre hermanos... que no se visitan, no se tratan entre sí ni se hablan en años...
Y la familia no es sino una pequeña representación de un orden social más amplio. Los Estados no funcionan sin células jerárquicas más pequeñas. Hoy día la influencia recíproca es obvia. En un mundo que cambia constantemente, muchas personas no tienen tiempo de asimilar los cambios. Existen numerosos modelos de familia. Ya no es patriarcal ni extensa. Familias monoparentales. Parejas sin hijos. Parejas de hijo único. Divorsios, separaciones, parejas del mismo sexo... Y el Estado va siempre por detrás de la evolución social.
Si la familia no es ya un nido de seguridad en el que refugiarse, y cuando los Estados crean organismos supranacionales, que toman decisiones desde ciudades lejanas, muchos ciudadanos vuelven al pasado con nacionalismos extremos y estrechos, recurren al patriotismo de banderas e himnos, de nosotros contra ellos, como si la seguridad estuviese en volver a la trubu, aunque se llame comunidad nacional, o nacionalidad histórica o reública independiente de..., en lugar de pensar globalmente y actuar localmente, de eliminar fronteras y acordar con los vecinos las pautas de convivencia en provecho recíproco.
Pero la historia se repite, y cuando se desmoronan los imperios, no solo históricos, sino también el imperio de paradigmas desfasados, surgen nuevas Edades Medias de castillos amurallados, reinos de taifas y señores feudales que imponen su ley en sus feudos. Hoy día, sería la multiplicación de las burocracias, la duplicación de las instancias que deciden en cada vez menores reductos de poder. Nada nuevo bajo el sol. Quien no conoce su historia corre el riesgo de repetirla.

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