
Todas las tradiciones sagradas han tratado de penetrar en el Misterio, han intentado nombrarlo para comprenderlo, para adentrarse en sus secretos. Pero los sabios de todos los tiempos han descubierto la inutilidad del intento, pues cualquier nombre es mera aproximación y, una vez pronunciado, lo que se quería delimitar se esfuma...
En los momentos en que nos vaciamos de pensamientos y deseos, de recuerdos y proyectos, de sentimientos y pasiones, es cuando podemos fundirnos con la unidad que se halla en el fondo de lo múltiple y lo diverso. Atravesamos la "puerta de la esencia y de la existencia". Al otro lado, la sabiduría sin conocimientos, el amor sin condiciones, éxtasis sin límites. Esta puerta se entreabre cuando mira y lo que es mirado, pues solo hay pura mirada. En esos momentos también desaparece la frontera entre yo y el otro, pues solo hay unidad de conciencia, reflejos y caras de un solo cristal.
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