La energía (chi) que fluye dentro del espacio vital de algunas personas está
obstruida, o circula tan lentamente que es necesario liberarla y
acelerar su movimiento. En este caso, el primer paso consiste en crear
un espacio «racionalizado», es decir, organizado de tal modo que sea más
simple y eficiente. Otra posibilidad es que la energía del espacio vital se mueva con
demasiada rapidez o se pierda, de modo que hay que tomar medidas para
contenerla y disminuir la velocidad de su flujo. También puede que algún sector del espacio falte o sea insuficiente; por tanto, habrá que crearlo o agrandarlo.
Existen
diversas «curas» de Feng Shui, destinadas a acelerar o disminuir la
velocidad, evitar la dispersión, concentrar o contener el flujo. En
un espacio armonizado los objetos están ubicados de tal manera que
puedes moverte con naturalidad y cambiar rápidamente de dirección.
Todas
las cosas tienen su propia vibración, su propia señal energética de
identificación. Para que la energía se mueva, es necesario tanto un
espacio libre como la existencia de objetos en el camino.
A mayor
cantidad de objetos, a mayor desorden y menor espacio disponible, más
se ralentizará la energía, hasta estancarse y finalmente quedar
detenida.
¿Nunca colocaste un objeto en un sitio y un par de
semanas después descubriste que había un montón de cosas encima? Es otra
variante del tema de que lo semejante atrae a lo semejante.
Cuantos más objetos poseemos, mayor es la energía que consumimos para conservarlos.
Utilizamos energía para limpiarlos, para tener un techo
donde estén cuidados y protegidos, y para asegurarlos contra posibles
daños o pérdidas. Si superan una cantidad razonable, nuestras posesiones crean retrasos, consumen nuestra energía o crean un desvío. Un
desvío que tiene la astucia suficiente para alejarnos de nuestro
verdadero sendero, esto es, del objetivo de nuestra existencia. A
partir de la creación de líneas nítidas y de poco o nada de desorden
podemos movernos con rapidez, detenemos en un cruce y cambiar de
dirección sin perder ni el rumbo ni el equilibrio.
Deshacernos de
aquellos objetos que ya no nos alegran el corazón es como liberamos de
una pesada carga que hemos transportado hasta ese momento, o como tirar
lastre por la borda. Tenemos un espacio más amplio y podemos movernos
con mayor facilidad. Poner orden en nuestro espacio no es algo que
solemos hacer con placer o frecuentemente. Nos resistimos a tener mayor
libertad y mayor flujo.
En la vida, suele ser necesario un
detonante para que nos demos cuenta de que poseemos demasiadas cosas a
las que hay que quitarles el polvo, además de tenerlas aseguradas. ¿Cuál
sería este detonante? Quizás una relación o un trabajo que terminan
mal, o un objeto valioso que se rompe. O alguien, por ejemplo tú, que se
enferma gravemente. Son llamadas al orden, para eliminar los restos del pasado que bloquean el flujo dentro de nuestro espacio y de nuestras vidas.
Desorden. La energía que está a la espera para moverse, está en realidad estancada. Las
cosas que guardas «para algún día» suelen ser las que invaden tu
espacio. ¿Cómo sabrás que ese «algún día» se anuncia? ¿Sonará una
trompeta, o escucharás un trueno?
La energía estancada debe
liberarse para que fluya nuevamente. Ordenar tu espacio también ordena
tu mente. Puedes, literalmente, ver con mayor claridad. Tener mayor
espacio libre implica tener mayores opciones para moverse y reflexionar
sobre otras maneras de hacer las cosas.
Muchas personas se
aferran a los objetos materiales, y también a sus emociones,
conteniéndolas. Este aferrarse a las cosas supone la existencia de una
vibración particular que impide la circulación del flujo de energía.
Deshacerse
de un «tesoro» guardado largo tiempo también implica deshacerse de las
emociones que despierta. Por regla general, se trata de la tristeza y
del miedo. La mayoría vive preocupada por el miedo y la pérdida, lo que
expresan con un «¿y si un día lo necesito y ya no lo tengo?».
Asociamos
el objeto con la situación y la persona que nos lo dio. Si somos
receptivos y fluimos acompañando a las emociones que esta persona
despierta, podremos agradecerle el regalo, aceptar que ya no nos
interesa guardarlo, quizá devolvérselo, o dárselo a un pariente o a otro
amigo y desprendemos de él. También podemos enviarlo a alguna
organización solidaria. Cuando nuestra energía emocional no fluye, dar
cualquiera de estos pasos suele constituir un desafío.
Si la
persona que nos lo regaló no está ya a nuestro lado, puede que lo
conservemos para recordarla aun si el objeto en cuestión no nos
interesa. El desorden va siempre acompañado de emociones estancadas.
ÁMALO O DÉJALO
Vivir rodeándote de los objetos que quieres es
una experiencia que levanta el ánimo. Cualquier lugar donde se posen tus
ojos o que tu cuerpo toque, te devuelve tu propia energía de amor y
aprobación. Observa el contraste entre esa sensación y la que se
produce cuando lo que ves y tocas va asociado a recuerdos dolorosos,
con una energía que te provoca un estremecimiento o algo peor. A medida que caminas por tu espacio, tienes la oportunidad de volver a
ver mentalmente la película o el vídeo de la situación que tensa tus
músculos.
¿Comienzas a comprender el valor de contar con un
espacio armonizado?, que contenga las cosas que amas y utilizas y la
importancia de deshacerte de las que implican otras asociaciones?.
Mientras observas tus propias posesiones, responde a las siguientes preguntas:
¿Me gusta esto?
¿Corresponde a mi estilo de vida actual?
¿Me da placer y comodidad?
¿Lo guardo para alguien que lo aprecia y lo necesita?
¿Tiene un gran valor sentimental para mí?
¿Lo utilizaré en los próximos dos años?
Si tu respuesta es «no» a todas las preguntas, tendrás que averiguar el lugar que este objeto tiene en tu vida. Si quieres vivir con alegría y comodidad, hay ciertas cosas que no contribuirán a tus movimientos y tu flexibilidad. Dáselas con tu bendición a una persona a quien le proporcionen alegría y comodidad.
PONTE EN MARCHA
Quizá
te preguntes por dónde empezar. Es una buena pregunta. Comienza por lo
más fácil y lo más pequeño, por el espacio o la habitación que te
resulten más sencillos. Partiendo de lo más fácil, tendrás el
humor, la experiencia y el ánimo para pasar al siguiente problema y al
siguiente, hasta que consigas «enfrentar» aquello que creías imposible.
Éste
es un procedimiento gradual que te llevará tiempo. Piénsalo como un
proceso en dos partes: dar un paso - descansar. Una vez hecho, sentirás
alegría y estarás en condiciones para mirar nuevamente las cosas que te
rodean y hacerte las mismas preguntas.
DESPEJA EL ESPACIO
Liberar
la energía estancada en un espacio después de racionalizarlo y de
limpiarlo correctamente, implica llevar a cabo actividades que podrías
calificar como místicas o directamente extrañas. Dado que todo
tiene su propia vibración, y que esa vibración forma parte de una serie
de frecuencias, el próximo paso consistirá en activar esa vibración
por medio de sonidos.
La energía estancada se dispersa con el
sonido de campanas, campanas tubulares, tanto en los rincones como en
toda la habitación. Lo mejor es empezar por concentrarse, expresar la
firme intención de liberar la energía estancada, abrir algunas
ventanas, quemar incienso, y escuchar una buena música.
CURAS CLÁSICAS
A
lo largo de los siglos se han descubierto y utilizado diversas curas
clásicas para los conflictos o retos del Feng Shui, y se ha comprobado
su fiabilidad. Estas curas, una vez que el sector está limpio y
armonizado, concentran y elevan el nivel de energía, y permiten
acelerar o disminuir la velocidad de su movimiento.
1. Objetos brillantes o que refractan la luz: luces, espejos o cristales.
2. Objetos que emiten sonidos: campanas, campanas tubulares.
3. Plantas (artificiales o reales), flores (artificiales o reales), un acuario o un bol con peces, un bonsái.
4. Objetos en movimiento: móviles, fuentes, cascadas, molinetes, molinillos de viento.
Fuente: mailxmail.com
Autor:
JOANA LLAVATA PONS
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